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Cuentos de Grimm.

~Ahora sabrás lo que es miedo, dijo para sí.

Salió tras él, y cuando el jóven estaba en lo alto del campanario, é iba á coger la cuerda de la campana, se puso en medio de la escalera, frente de la puerta, envuelto en una sábana blanca.

—Quién está ahí? preguntó el jóven.

Pero la fantasma no contestó ni se movió.

—Responde, ó te hago volver por donde has venido, tú no tienes nada que hacer aquí á estas horas de la noche.

Pero el sacristan continuó inmóvil, para que el jóven creyese que era un espectro. El jóven le preguntó por segunda:

¿Quién eres? habla, si eres un hombre honrado, ó si no te hago rodar por la escalera abajo.

El sacristan creyó que no haria lo que decía y estuvə sin respirar como si fuese de piedra. Entonces le preguntó el jóven por tercera vez, y como estaba incomodado, ya dió un salto y echó á rodar al espectro por la escalera abajo de modo que rodó diez escalones y fué á parar á un rincon.

En seguida tocó las campanas, y se fué á su casa, se acostó sin decir una palabra y se durmió. La mujer del sacristan esperó un largo rato á su marido, pero no volvia. L'ena entonces de recelo, llamó al jóven y le preguntó:

—¿No sabes. dónde se ha quedado mi marido? ha subido á la torre detrás de tí.

—No, contestó el jóven, pero allí habia uno en la escalera frente á la puerta, y como no ha querido decirme palabra ni marcharse, he creido que iba á burlarse de mí y le he tirado por la escalera abajo. Id allí y vereis si es él, pues lo sentiria..

La mujer fué corriendo, y halló á su marido que estaba en un rincon y se quejaba porque tenía una pierna rota.