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Cuentos de Grimm.

, Viendo volver rico é su hermano mayor, los hermanos menores se llenaron de asombro, y el segundo resolvió partir tambien para ver si le valia algo su hoz. Pero por todas partes por donde pasaba encontraba á los labradores provistos de hoces tan buenas como la suya. Por fortuna desembarcó al fin en una isla en que nadie sabia lo que era una hoz. Cuando el trigo estaba seco en aquel pais, le cortaban con la mano, espiga á espiga, malgastando mucho tiempo y no menos dinero, por lo estaban muy que caros los cereales. Cuando nuestro hombre se puso delante de ellos á segar el trigo con tanta facilidad y tan pronto, todos le miraron asombrados. Le compraron su instrumento por el precio que quiso, y obtuvo un caballo cargado con todo el oro que podia llevar.

El tercer hermano quiso sacar partido á su vez de su gato. Como á los otros dos, no se le presentó ninguna buena ocasion Interin estuvo en tierra firme; en todas partes habia gatos, y en número tan grande, que se tiraban muchos de ellos apenas habian nacido. Se hizo conducir, por último, á una isla, donde por fortuna no habian visto nunca ninguno; pero en cambio habia en ella tal número de ratones, que corrian las mesas por y los bancos, aun en presencia de los dueños de las casas. Todos sufrian este terrible azote; el mismo rey no podia libertarse de él, pues por todos los rincones de su palacio se oian correr los ratones y no se veía libre nada de cuanto podia alcanzar su diente. En cuanto entró el gato limpió dos salas, de modo que los habitantes suplicaron al rey adquiriese para el Estado este precioso animal. El rey le pagó sin regatear en el precio de un mulo cargado de oro, y el hermano menor volvió á au pais, mucho más rico todavía que los dos mayores.

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