¡Basta de heno! ¡Basta de heno! no quiero más.
La criada estaba precisamente en aquel momento ocupada en ordeñar la vaca; aquella voz que oyó sin ver á nadie, y que reconoció por la que la habia despertado ya la noche. anterior, la asustó de tal modo, que se cayó al suelo vertiendo la leche..
201 Fué corriendo á buscar a su amo y le dijo:
¡Oh! ¡Dios mio! Señor cura, que habla la vaca!
—Tú estás loca, respondió el sacerdote, y sin embargo, fué él mismo al establo para asegurarse de lo que pasaba.
Pero apenas habia entrado, grito de nuevo Tom Pouce:
—¡Basta de heno! ¡no quiero más!
El cura se asustó á su vez, y creyendo que la vaca tenia el diablo en el cuerpo, dijo que era preciso matarla. La mataron, y la panza en que se hallaba prisionero el pobre Tom, fue arrojada al estiércol.
El pobrecillo trabajó mucho para desenredarse, y empezaba á sacar la cabeza fuera, cuando le sucedió una nueva desgracia. Un lobo hambriento se arrojó sobre la panza, y se la tragó de una vez. Tom Pouce no perdió ánimo.
—Quizá, pensó para sí, será tratable este lobo.
Y desde su vientre donde estaba encerrado, le gritó:
—Querido amigo, quiero enseñarte dónde puedes hallar una buena comida.
—¿Dónde? le dijo el lobo.
—En tal y tal casa; no tienes mas que deslizarte por el albañal á la cocina y encontrarás tortas, tocino, salchichas: á boca qué quieres.
Y le designó la casa de su padre con la mayor exactitud.
El lobo no se lo hizo decir dos veces: se introdujo en la