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Cuentos de Grimm.

Î —No sé nada de eso, replicó el jóven, á menos que no la hayan cambiado la noche que pasé en el bosque.

El rey, encolerizado, le dijo:

192 —Esto no puede quedar así; el que pretenda á mi hija debe traerse del infierno tres pelos de oro de la cabeza del diablo. Traémeios, y entonces te pertenecerá mi hija.

El rey, al darle esta comision, creia que no volve'18 mas.

El jóven le respondió:

—No tengo miedo al diablo, iré á buscar los tres pelos de oro.

Y se despidió del rey y se puso en camino.

Llegó á poco delante de una gran ciudad, á cuya puerta le preguntó el centinela cuál era su estado y lo que sabia.

..

—Todo, le respondió.

Entonces, dijo el centinela, haz el favor de decirnos por qué la fuente de nuestro mercado, que antes daba siempre vino, se ha secado y no mana mas que agua.

—Esperad, le respondió, y os lo diré á mi regreso.

Mas lejos, llegó delante de otra ciudad; el centinela de la puerta le preguntó cuál era su estado y lo que sabia.

—Todo, contestó..

—Entonces haz el favor de decirnos por qué el árbol grande de nuestra ciudad, que antes daba siempre manzanas de oro, no produce ya ni aun hojas.

—Entrad, le respondió, y os lo diré á mi regreso.

Más lejos todavía llegó delante de un ancho rio que necesitaba pasar. El barquero le preguntó su estado y lo que sabia —Todo, le respondió.