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Cuentos de Grimm.
Se quedó en la iglesia y como veia á los fieles adorar de rodillas á una imagen del niño Jesus, creyó que aquel era Dios y dijo á la imágen:
—¡Que delgado estás, Dios mio! de seguro esas gentes no te dan de comer, yo repartiré contigo mi pan.
—Entonces oyó una voz que le dijo.
—Da á los pobres que tienen hambre y me contentarás á mí.
Una pobre anciana tendia su mano temblona á la puerta de la iglesia á los transeuntes. El niño le dió la mitad de