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Cuentos de Grimm.

Resolvieron presentarse al rey y presentarle todos su dimision.

—No podemos, le dijeron, permanecer al lado de un hombre que derriba siete de un cachete.

190 El rey sintió mucho verse abandonado por todos sus leales servidores y hubiera deseado no haber conocido nunca al que era causa de ello del que se hubiese desecho con mucho gusto. Pero no se atrevia á despedirle por temor de que este hombre terrible le matase lo mismo que á su pueblo, para apoderarse de un trono.

El rey, despues de haber pensado mucho en ello, halló un espediente. Mandó hacer al hombrecillo una oferta que no podia dejar de aceptar en su calidad de héroe. En un bosque de aquel pais habia dos jigantes que cometian toda clase de robos, asesinatos é incendios. Nadie se acercaba á ellos sin temer por su vida. Si conseguia vencerlos y matarlos, el rey le daba su hija única por mujer con la mitad del reino por dote. Para ayudarle en caso necesario pusieron cien caballos a su disposicion. Pensó el satrecilio que la ocasion de casarse con una princesa tan linda era muy buena y que no se encontraría todos los dias. Declaró que consentia en ir contra los jigantes, pero que para nada queria la escolta de los cien caballos, pues el que habia matado siete de un cachete, no temia á dos adversarios á la vez.

Se puso en marcha seguido de los cien caballos y, cuando llegó á la entrada del bosque, les dijo que le esperaran que él solo se las compondria con los dos jigantes. Despues entró en el bosque, mirando alrededor con precaucion. Al cabo de un rato distinguió á los dos jigantes; estaban dormidos bajo un árbol y roncaban con tanta fuerza que hacian encorvarse á las ramas. El sastrecilio llenó sus dos bolsillos de guijarros y subiendo al árbol sin perder tiempo se deslizó