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Cuentos de Grimm.

se fueron al bosque; se habian olvidado del sastre, cuando le vieron salir de la caverna con un aire muy alegre y un tanto descarado; llenos de miedo y temiendo no los matase á todos, echaron á correr sin esperar á mas.

Continuó el sastrecillo su viaje y despues de haber andado mucho tiempo, llegó al jardin de un palacio, y como estaba un poco cansado se echó en el musgo y se durmió.

Las personas que pasaron por allí se pusieron á mirarle por todos lados y leyeron en au cinturon: «Siete de un cachete.» —¡Ah! dijeron para sí, ¿qué es lo que viene á hacer aquí de la guerra en el seno de la paz. Debe ser algun señor muy poderosoeste rayo Fueron á dar parte á su rey, añadiendo que si llegaba á declararse la guerra seria un auxiliar muy eficaz, por lo que habia que ganarle á cualquier precio.

Agradó al rey este consejo y envió á uno de sus cortesanos para ofrecerle, en cuanto despertase, un empleo en su servicio.

El enviado permaneció de centinela, cerca del hombrecillo, y cuando comenzó á abrir los ojos y á estirarse le hizo la propuesta.

—Con ese objeto he venido, respondió el otro; estoy pronto á entrar al servicio del rey.

Se le recibió con toda clase de honores y le designaron una habitacion en la córte. Pero los militares estaban celosos de él y hubieran querido verle á mil leguas de allí.

—¿En que vendrá á parar todo esto? se decian unos á otros.

—Si tenemos alguna desazon con él, se arrojará sobre nosotros y matará siete de una vez. Ninguno de nosotros sobrevivirá.