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Cuentos de Grimm.

S 170 —Me bas engañado, andan como hombres.

El leon le contestó:

—Lo han sabido, y han procurado salir bien de la prueba, haciendo un esfuerzo. Pero manda traer doce husos á tu cuarto, y cuando entren verás cómo se sonrien, lo cual no hacen los hombres.

Agradó al rey el consejo y mandó llevar las ruecas á su cuarto.

Pero el criado, que tenia cada vez mas aficion á los cazadores, fué á verlos y les descubrió el secreto. Entonces dijo la princesa á sus once doncellas, así que estuvieron solas:

—Estad con cuidado y no mireis á las ruecas.

Cuando el rey llamó al día siguiente á los doce cazadoentraron en su cuarto sin mirar á las ruecas. El rey dijo entonces al leon:

res, —Me has engañado, son hombres, pues no han mirado las ruecas.

El leon le contestó:

—Han sabido que debian ser sometidos á esta prueba y han procurado vencerse.

Pero el rey no quiso creer ya al leoncaza, Los doce cazadores seguian al rey constantemente á la el cual habia llegado á tenerlos verdadero cariño; pero un dia, estando cazando, llegó la noticia de que habia llegado la esposa del rey; su antigua novia, af oirlo, lo sintió tanto, que la faltaron las fuerzas y cayó desmayada en el suelo. El rey creyó que habia dado mal de corazon á su querido cazador, se acercó á él para auxiliarle, le quitó el guante, y vió en su mano la sortija que habia regalado á su primera novia; miróla entonces á la cara y la conoció, conmoviéndose de tal modo su alma, que la dió un beso, y cuando volvió en sí la dijo: