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Cuentos de Grimm

Al anochecer, el herrero se echó dos sacos al hombro para traer una buena carga y se puso en camino hacia la colina. Como en la noche anterior, encontró á los enanos cantando y bailando; le rapó el anciano y le hizo seña para que cogiese carbones.

No vaciló en llenar sus bolsillos y sus sacos hasta que no cupo más y se acostó vestido.

En cuanto comience mi carbón á convertirse en oro, se dijo á sí mismo, no voy á poder resistir el peso.

Y se durmió por último, con la dulce esperanza de despertar al dia siguiente rico como un Creso.

En cuanto abrió los ojos, su primer cuidado fue registrar sus bolsillos; pero por más que registró sólo encontró muchos carbones y muy negros.

Del mal el menos, pensó para sí; aun me queda el oro que traje la otra noche.

Fue á verlo; pero ¡ay! su oro se habia convertido también en carbón.

Llevó á la frente su negra mano y vio que su cabeza es-