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Cuentos de Grimm.

Viejo gruñon, ¿por qué has insultado á mis hijos? te pesará, porque vamos á hacerte una guerra á muerte.

Declarada la guerra, el oso llamó en su auxilio al ejército de los cuadrúpedos, el buey, la vaca, el asno, el cierTO, el corzo todos sus semejantes. El reyezuelo convocó por su parte a todos los que vuelan por los aires, no sólo á los pájaros grandes y pequeños, sino tambien á los insectos alados: tales como las moscas, cínifes, abejas y avispas.

Cuando llegó el dia de la batalla, el reyezuelo envió espías para saber quién era el general del ejército enemigo; el cinife, como el mas pequeño de todos, voló al bosque donde estaba reunido el enemigo y se ocultó bajo la hoja de un árbol, á cuyo alrededor se hallaba deliberando el consejo. El oso llamó al zorro y le dijo:

—Compadre, tú eres el mas astuto de todos los animales, tú serás questro general.

—Con mucho gusto, contestó, pero es preciso convenir en una señal.

Nadie se atrevió á decir una palabra.

—Pues bien, continuó: yo tengo una cola muy hermosa, larga y espesa como un penacho rojo; mientras la tenga levantada en alto, las cosas van bien y marchais adelante; pero en cuanto la baje al suelo, será la señal de sálvese el que pueda.

El cínife, que habia comprendido bien, fué al punto á contárselo todo al reyezuelo.

Al rayar la aurora, recorrian los cuadrúpedos el campo de batalla, galopando de tal manera que la tierra temblaba bajo sus pies. El reyezuelo apareció en los aires con su ejército, que zumbaba, gritaba y volaba por todas partes de un modo que causaba vértigos. Se atacaron con furor.

Pero el reyezuelo envió á la avispa con la órden de colo-