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Cuentos de Grimm.
Ahora os toca á vos, pues vuestro marido no ha podido recibir el segundo puntillon.
Pero ella esclamó:
—No, no, á las mujeres no se las pega.
Y abrió la otra ventana, porque la corria el sudor por la frente, pero recibió un puntillon que la echó á volar por el aire, más alto todavía que á su marido, porque era mucho más ligera.
Su marido la gritaba:
—Ven conmigo.
Y ella le respondia:
Ven conmigo tú, pues no puedo ir yo.
Y continuaron flotando en el aire, sin conseguir reunirse, y quizá flotan en él todavía.
En cuanto al jóven gigante, cogió su barra de hierro se puso en camino.
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