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Cuentos de Grimm.

pagues á los demás quiero darte dos puñetazos, que quedarás obligado á recibir.

El avaro quedó muy satisfecho del contrato, que le ahorraha mucho dinero. Al dia siguiente el oficial forastero fue el que dió el primer martillazo cuando el maesto llevó la barra de hierro, ardiendo; la dió tal golpe, que el hierro se rompió, y saltó, y el yunque se hundió tan profundamente en el suelo que no pudieron volverle á sacar. El maestro, incomodado, le dijo: No sirves para el oficio, porque pegas muy fuerte; ¿qué quieres que te dé por ese martillazo que has pegado?

—No quiero mas que darte un puntillazo: uno solo.

Y le dió tal puntillazo, que le hizo saltar por encima de cuatro carros de heno. Despues buscó la barra de hierro mas gruesa que pudo hallar en la fragua, y cogiéndola como un baston, continuó su camino.

Un poco mas lejos llegó á una granja, y preguntó á su dueño si necesitaba algun criado.

—Si le respondió, necesito uno. Tú me pareces un muchacho muy vigoroso y que sabes ya tu obligacion. Pero ¿cuanto quieres de salario?

Le repondió que no queria salario y se contentaba con darle todos los años tres trómpis, que se obligaria á recibir.

El granjero se alegró mucho de este contrato porque era también muy avaricioso.

Al dia siguiente habia que ir á buscar madera al bosque los otros criados estaban ya de pie, pero nuestro jóven se hallaba aun en la cama. Uno de ellos le gritó:

—Levántate, que ya es hora, vamos al bosque y es preque vengas con nosotrosciso —Id delante, le contestó bruscamente, yo estaré de vuelta mucho antes que vosotros.