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Cuentos de Grimm.

Os dejo hasta dentro de tres años, si vuelvo nos casa — remos, pero sino vuelvo es que he muerto y entonces sereis libre.

Pedid á Dios que me conserve la vida.

La pobre jóven estaba siempre triste desde aquel dia y se la saltaban las lágrimas cuando se acordaba de su futuro marido. Sus hermanas, por su parte, la dirigian las chanzas más groseras.

—Ten cuidado, la decia la mayor, cuando le des la mano, no te desuelle con su pata.

—Desconfía de él, la decia la segunda; los osos son aficionados á la carne blanca; si le gusta té comerá.

—Tendrás que hacer siempre su voluntad, añadia la mayor, pués de otro modo no te faltarán gruñidos.

—Pero, añadia la segunda, el baile de la boda será alegre; los osos bailan mucho y bien.

La pobre jóven dejaba hablar á sus hermanas sin incomodarse. En cuanto al hombre de la Piel de Oso andaba siempre por el mundo haciendo todo el bien que podia y dando generosamente á los pobres para qué pidiesen por él.

Cuando llegó al fin el último dia de los siete años, volvió al desierto y se puso en la plazuela de árboles. Se levantó un aire muy fuerte, y no tardó en presentarse el diablo de muy mal humor; dió al soldado sus vestídos viejos y le pidió el suyo verde.

—Espera, dijo Piel de Oso, es preciso que me limpies antes.

El diablo se vio obligado, bien á pesar suyo, á ír á buscar agua y lavarle, peinarle el pelo y cortarle las uñas. El jóven tomó el aire de un bravo soldado mucho mejor mozo de lo que lo era antes.

Piel de Oso se sintió aliviado de un gran peso cuando 10