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Cuentos de Grimm.

Mucho arriesgar es, repuso el muchacho, pero lo haré porque no os suceda nada y me eclieis á mí la culpa.

Y cogiendo la cuerda se llevó con prontitud el cerdo por un camino estraviado, mientras que el honrado Juan, librede inquietud, marchaba con su pato debajo del brazo.

—Reflexionándolo bien, se decia á sí mismo, no he dejado de ganar en este cambio, pues además de un buen asa do, tendré grasa lo menos para tres meses, y además, con todas estas plumas blancas puedo hacerme una almohada, que dormiré sin necesidad de que me mezcanalegre va á ponerse mi madre!

en la ¡Qué Al pasar por la última aldea antes de llegar á su casa, vió á un afilador que daba vueltas á su rueda cantando:

Aunque soy afilador, no tengo igual; dá vueltas, rueda, que el sol es tu rival.

Juan se detuvo á mirarle y concluyó por decirle:

—Estais muy alegre á lo que veo; parece que os va bien en el oficio.

—Sí, contestó el afilador, es un oficip de oro. Un buen afilador es hombre á quien sobra siempre dinero en el bolsillo. Pero, ¿dónde habeis comprado ese hermoso ganso?

—No lo he comprado, lo he obtenido en cambio de un cerdo.

—¿Y el cerdo?

—Se ha cambiado por una vaca.

—¿Y la vaca?

—Se ha cambiado por un caballo.

—¿Y el caballo?

—Lo he cambiado por un saco de oro tan grande como mi cabeza.

—¿Y el oro?

—Era el salario que habia ganado en siete años.