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Cuentos de Grimm.

¡Diantre! esclamó, ¿qué significa eso? Desde que el mundo es mundo no se ha visto nunca enganehar así. Mas en su ciego orgullo creen saberlo todo mejor que los demás.

Iba á continuar, pero uno de los habitantes del cielo le cogió por el cuello y le lanzó en el aire con una fuerza irresistible. Aun pudo, sin embargo, distinguir á través de la puerta, que el carro era arrebatado en los aires por los caballos alados.

En aquel momento despertó Sábelo—todo.

—El cielo, se decia, no se diferencia en nada de la tierra, y hay cosas que parecen malas y son buenas en el fondo. Pero á pesar de todo, quién puede ver con sangre fria enganchar los caballos á los dos lados opuestos de un carro. Tenian alas, es verdad, mas no lo habia visto en un principio, y de todas maneras, ¿no es una locura poner dos alas á unos cabullos que tienen ya cuatro pies? Pero tengo que levantarme, pues de otro modo todo estaria aquí patas arriba. Verdaderamente es una felicidad que no me haya muerto todavía.

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