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Cuentos de Grimm.

una paja en el de su vecino, Pero los ángeles en vez de llevarle á lo largo le llevaban á lo ancho.

—¿Se ha visto nunca una torpeza semejante? pensó Sábelo—todo para si.

Sin embargo calló y se serenó diciendo:

—En realidad lo mismo da llevar el poste derecho delante de uno, ó que se lleve de lado, siempre que se lleve sin dificultad, y por cierto que no tropiezan en ninguna parte.

Más lejos vió dos ángeles que sacaban agua en un cubo agujereado, la que se salía por todos lados. Asi formaban la lluvia para regar la tierra.

—¡Con diez mil diablos! esclamó.

Mas por fortuna se contuvo creyendo que estarian probablemente jugando.

—Para distraerse, se dijo á sí mismo, se pueden hacer muchas cosas inútiles, sobre todo aquí donde veo que reinala pereza en grado superlativo.

Más lejos todavía, vió un carro atravesado en un bache muy profundo.

—No es estraño, dijo al hombre que estaba junto al carro; ¡está tan mal cargado! ¿Qué llevais ahí?

—Buenos pensamientos. No he podido sacarlos á salvo; pero por fortuna he podido subir hasta aquí mi carro y no me dejarán en el atolladero.

No tardó en efecto en llegar un ángel que enganchó dos caballos delante del carro.

—Muy bien, dijo Sábelo—todo; pero dos caballos no bastan: se necesitan por lo menos cuatro.

Llegó otro ángel con otros dos caballos; pero en vez de engancharlos tambien por delante los enganchó por detrásdemasiado para el señor Sábelo—todo.

Esto era ya "

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