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Cuentos de Grimm.

EL SEÑOR SABELO—TODO, El señor Sábelo—todo era un hombre bajo y delgado y tan trabajador, que no daba un sólo instante al descanso.

Su rostro pálido y lleno de hoyos de viruelas no presentaba mas desigualdad que una nariz ancha y arremangada; sus cabellos eran grises y tiesos, sus ojos lanzaban siempre chispas á derecha é izquierda. Todo lo notaba, todo lo criticaba, todo lo sabia mejor que nadie, y siempre tenia razon. Cuando iba por las calles agitaba sus brazos con tanta violencia que un dia tropezó en un cántaro que llevaba una jóven en la cabeza y le hizo saltar en el aire, de modo que llenó de agua á todos los que pasaban.

—Tontuela, la dijo, ¿no habias visto que iba yo á pasar á tu lado?

Era zapatero y cuando trabajaba, tiraba del cáñamo con tal fuerza que daba grandes puñetazos á todos los que se le acercaban. Ningun oficial podia estar más de un nies en su casa, porque siempre tenia que criticar aún del trabajo mejor hecho. Ya eran desiguales los puntos de la costura, ya un zapato más largo ó un tacon más alto que el otro.

—Espera, decia al aprendiz; voy á enseñarte cómo se