Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/131

Esta página no ha sido corregida
121
Cuentos de Grimm.

habia concedido libertad, y que era ya un hermoso caballo castaño.

—Ha llegado el instante, le dijo, en que puedo manifestarte mi reconocimiento. Conozco tu situacion, pero te sacaré de ella; monta encima de mí, ahora puedo llevar dos como tú sin dificultad ninguna.

El sastre recobró su valor, saltó en el caballo, que galopó en seguida hácia la ciudad y entró en el patio del palacio.

Dió tres vueltas al galope, tan rápido como el relámpago, y á la tercera se detuvo de repente; al mismo tiempo se oyó un espantoso ruido: un terron de tierra saltó como una bomba por encima del palacio, y salió al mismo tiempo un juego de agua tan alto como un hombre á caballo ro como el cristal. Los rayos del sol jugaban en él brillando. El rey, viendo esto, se lleno de asombro y estrechó al sastre entre sus brazostan puMas nuestro hombre no estuvo en paz por mucho tiempo.

El rey tenia muchas hijas, más hermosas las unas que las otras, pero ningun hijo. El malvado zapatero se dirigió por cuarta vez al rey, y le dijo:

—Señor, el sastre es más orgulloso cada dia. Ahora se alaba de que si quiere hará que os venga un hijo por lo alto de los aires.

El rey mandó venir al sastre y le dijo que si le trais un hijo dentro de ocho dias le daría su hija mayor en matrimonio.

— La recompensa es buena, se decia el sastrecillo; con ella puede quedar cualquiera contento; pero las cerezas están demasiado altas; si subo al árbol se romperán las ramas y caeré al suelo.

Fué á su casa, y se sento, con las piernas cruzadas sobre su banco, para reflexionar lo que debía hacer.