Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/114

Esta página no ha sido corregida
104
Cuentos de Grimm.

A la mañana siguiente despertó la mujer siendo ya muy de dia y vió desde su cama la hermosa campiña que se ofrecia á su vista; el marido se estiró al despertarse; dióle ella con el codo y le dijo:

—Marido mio, levántate mira por la ventana; įves?

¿no podíamos llegar á ser reyes de todo este país? Corre å buscar al barbo y seremos reyes..

—¡Ah! mujer, repuso el marido, y porque hemos de ser reyes, yo no tengo ganas de serlo.

—Pues si tú no quieres ser rey, replicó la mujer, yo quiero ser reina. Ve á buscar al barbo, yo quiero ser reina.

¡Ah! mujer, insistió el marido; ¿para qué quieres ser reina? Yo no quiero decirle eso.

—¿Y por qué no? dijo la mujer; ve al instante; es preciso que yo sea reina.

El marido fué, pero estaba muy apesadumbrado de que su mujer quisiese ser reina. No me parece bien, no me parece bien en realidad, pensaba para sí. No quiero ir; y fué, sin embargo.

Cuando se acercó al mar, estaba de un color gris, el agua subía á borbotones desde el fondo á la superficie y tenia un olor fétido; se adelantó y dijo:

3 Tararira ondino, tararira ondino, hermoso pescado, pequeño vecino, mi pobre Isabel grita y se enfurece; es preciso darla lo que se merece.

—¿Y qué quiere tu mujer? dijo el barbo.

—¡Ah! contestó el marido; quiere ser reina.

—Vuelve, que ya lo es, replicó el barbo.

Partió el marido, y cuando se acercaba al palacio, vio que se había hecho mucho mayor y tenia una torre muy 3 3