Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/111

Esta página no ha sido corregida
101
Cuentos de Grimm.

—¿No le bas pedido nada para ti? replicó la mujer.

—No, repuso el marido, ¿y qué habia de pedirle?

—¡Ah! respondió la mujer; es tan triste, es tan triste vivir siempre en una choza tan sucia é infecta como ésta; hubieras debido pedirle una casa pequeñita para nosotros; vuelve y llama al barbo, díle que quisiéramos tener una casa pequeñita, pues nos la dará de seguro.

—¡Ah! dijo el marido, y por qué he de volver?

—¿¡No le has cogido, continuó la mujer, y dejado nadar como antes? pues lo harás, vé corriendo.

101 El marido no bacia mucho caso; sin embargo, fué á la orilla del mar, y cuando llegó allí, la vió toda amarilla y toda verde, se acercó al agua y dijo:

Tararira ondino, tararira ondino, hermoso pescado, pequeño vecino, mi pobre Isabel grita y se enfurece es preciso darla lo que se merece.

El barbo avanzó hácia él y le dijo:—¿Qué quieres?

—¡Ah! repuso el hombre, hace poco que te he cogido, mi mujer sostiene que hubiera debido pedirte algo. No está contenta con vivir en una choza de juncos, quisiera mejor una casa de madera.

—Puedes volver, le dijo el barbo, pues ya la tiene.

Volvió el marido y su mujer no estaba ya en la choza, pero en su lugar habia una casa pequeña, y su mujer estaba á la puerta sentada en un banco. Le cogió de la mano y le dijo:— Entra y mira: esto es mucho mejor.

Entraron los dos y hallaron dentro de la casa una bonita sala y una alcoba donde estaba su lecho, un comedor y una cocina con su espetera de cobre estaño muy reluciente, y todos los demás utensilios completos.

Detrás habia un SECT