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Cuentos de Grimm.

, 99 pié el pesado zueco y se puso el zapato que la venia perfectamente, y cuando se levantó y la vió el príncipe la cara, reconoció á la hermosa doncella que había bailado con él, y dijo:—Esta es mi verdadera novia.—La madrastra y las dos hermanas se pusieren pálidas de ira, pero él subió á la Cenicienta en su caballo y se marchó con ella, y cuando pasaban por delante del árbol, dijeron las dos palomas blancas:

Sigue, príncipe, sigue adelante sin parar un solo instante, pues ya encontraste el dueño del zapatito pequeño.

Despues de decir esto, echaron á volar y se pusieron en los hombros de la Cenicienta, una en el derecho y otra en el izquierdo.

Cuando se verificó la boda, fueron las falsas hermanas á acompañarla y tomar parte en su felicidad, y al dirigirse los novios á la iglesia, iba la mayor å la derecha y la menor á la izquierda, y las palomas que llevaba la Cenicienta en sus hombros picaron á la mayor en el ojo derecho y á la menor en el izquierdo, de modo que picaron á cada una un ojo; á su regreso se puso la mayor á la izquierda y la menor á la derecha, y las palomas picaron á cada una en el otro ojo, quedando ciegas toda su vida por su falsedad y envidia.