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Cuentos de Grimm.

LA CENICIENTA.

Un hombre rico tenia su mujer muy enferma, y cuando vio que se acercaba su fin, llamó á su hija única y la dijo: Querida hija, sé piadosa y buena, Dios te protegerá desde el cielo y yo no me apartaré de tu lado y te bendeciré. Poco despues cerró los ojos y espiró. La niña iba todos los dias á llorar al sepulcro de su madre y continuó siendo siempre piadosa y buena. Llegó el invierno y la nieve cubrió el sepulcro con su blanco manto, llegó la primavera y el sol doró las flores del campo y el padre de la niña se casó de nuevo.

La esposa trajo dos niñas que tenian un rostro muy hermoso, pero un corazon muy duro y cruel; entonces comenzaron muy malos tiempos para la pobre huérfans. No queremos que esté ese pedazo de ganso sentada á nuestro lado, que gane el pan que coma, váyase á la cocina con la criada.—La quitaron sus vestidos buenos, la pusieron una basquiña remendada y vieja y la dieron unos zuecos.—¡Qué súcia está la orgullosa princesa!—decian riéndose, y la mandaron ir á la cocina: tenia que trabajar allí desde por la mañana hasta la noche, levantarse temprano, traer agua,