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CUENTOS DE LA SELVA

lla del monte, esperando que cerrara bien la noche para ir al gallinero.

La noche cerró por fin, y entonces, en puntas de pie y paso a paso, se encaminó a la casa. Llegó allá y escuchó atentamente: no se sentía el menor ruido. El coaticito, loco de alegría porque iba a comer cien, mil, dos mil huevos de gallina, entró en el gallinero, y lo primero que vió bien en la entrada, fué un huevo de gallina, un espléndido huevo que estaba solo en el suelo. Pensó un instante en dejarlo para el final, como postre, porque era un huevo muy grande; pero la boca se le hizo agua, y clavó los dientes en el huevo.

Apenas lo mordió, ¡TRAC!, un terrible golpe en la cara y un inmenso dolor en el hocico.

—¡Mamá, mamá! - gritó, loco de dolor, saltando a todos lados. Pero estaba sujeto, y en ese nomento oyó el ronco ladrido de un perro.

………………………

Mientras el coatí esperaba a la orilla del monte que cerrara bien la noche para ir al