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CUENTOS DE LA SELVA

monte no toman té con leche, y por esto lo convidó al tigre.

—Rico, té con leche! — le dijo. — "¡Buen día, Pedrito!..." ¿Querés tomar té con leche conmigo, amigo tigre?

Pero el tigre se puso furioso porque creyó que el loro se reía de él; y además, como tenía a su vez hambre, se quiso comer al pájaro hablador. Así es que le contestó:

¡Bue-no! ¡Acercá-te un po-co, que soy sor-do!

El tigre no era sordo; lo que quería era que Pedrito se acercara mucho para agarrarlo de un zarpazo. Pero el loro no pensaba sino en el gusto que tendrían en la casa cuando él se presentara a tomar té con leche con aquel magnífico amigo. Y voló hasta otra rama más cerea del suelo.

—¡Rica, papa, en casa! — repitió, gritando cuanto podía.

¡Más cer-ca! ¡No oi-go! — respondió el tigre con su ronca voz.

El loro se acercó un poco más, y dijo:

—¡Rico, té con leche!