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que se reunia de ordinario en una antigua cámara morisca que servia de cocina y de salon. Á un estremo de la pieza estaba una chimenea groseramente construída, cuyo humo habia tiznado las paredes, y borrado casi del todo los arabescos; al otro habia un balcon que caía á la orilla del Darro, y daba libre entrada á la fresca brisa de la noche. Allí pues hacia yo mi frugal cena, compuesta de frutas y leche, entreteniéndome al mismo tiempo con la conversacion de aquellas buenas gentes. Nunca deja de hallarse entre los españoles lo que ellos llaman ingenio natural; y de ahí es que cualquiera que sea su educacion y su clase, siempre su conversacion es interesante y agradable; á lo cual debe añadirse, que merced á cierta dig-