Página:Cuentos de la Alhambra (1833).pdf/253

Esta página ha sido corregida
(241)

esta virtud maravillosa contra los hechizos y sortilegios; la poseo en toda su plenitud; y si el estado lastimoso en que parece se halla vuestra hija es ocasionado por alguna influencia maligna de este género, me obligo desde luego á libertarla, y respondo de su salud con mi cabeza.»

Era el rey un hombre de muy buen juicio; conocia los secretos de los árabes de que el beduino acababa de hablarle, y habiéndole inspirado la mayor confianza la franqueza con que este pastor se esplicaba, le condujo al gabinete de la princesa, cuyas ventanas daban á una especie de galería, desde donde se descubria toda la ciudad de Toledo con las campiñas circunvecinas.

Sentóse el príncipe en una silla que se habia colocado en la galería,