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fendernos, segun decia contra los rateros: sus fanfarronadas sobre esta arma no tenian término; mas sin embargo, con descrédito de su prudencia militar, la carabina en cuestion colgaba descargada al arzon trasero de la silla. Como quiera, el vizcaino era un criado fiel, celoso y jovial; tan fecundo en chistes y refranes como aquel modelo de escuderos, el célebre Sancho, cuyo nombre le dimos: verdadero español en los momentos de su mayor alegria; mas á pesar de la familiaridad con que le tratábamos, no pasó jamas los límites de un respetuoso decoro.

Equipados en estos términos nos pusimos en camino, resueltos á sacar todo el partido posible de nuestro viage; y con tales disposiciones, ¡cuán delicioso era el pais que íbamos á