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cuervo con una mirada significativa, ¿queréis que os diga la buena ventura? Enhorabuena, enseñadme la mano, y dejadme descifrar las líneas misteriosas de vuestro destino.

—Perdonad, replicó el príncipe: yo no vengo aquí con objeto de conocer los decretos del destino que Allah ha querido ocultar á los ojos de los mortales; soy un peregrino de amor, y solo pido un hilo que pueda dirigirme por entre el laberinto del mundo hácia el objeto de mi peregrinacion.

—¿Y os podrán faltar objetos de esta especie en la enamorada Andalucía? dijo el viejo cuervo dirigiendo al príncipe con semblante maligno el único ojo que tenia, sobre todo en la alegre y deliciosa Sevilla, donde mil bellezas de ojos negros bailan