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placia pocos momentos antes, redoblaba ahora sus penas ¡Amor, amor, amor! ¡Ah pobre jóven! Entonces conoció el significado de este tema tan repetido.

La primera vez que vió al sábio Bonabben despues de esta conversacion, le dirigió una mirada de resentimiento. «¿Por qué me has dejado en tan crasa ignorancia? le dijo encolerizado. ¿Por qué me ha de ser desconocido el gran misterio, el principio de la vida que está al alcance del mas humilde insecto? La naturaleza entera se entrega en este momento á los mas dulces placeres; todas las criaturas se gozan con una compañera, y ve ahí precisamente ese amor que yo queria conocer. ¿Por qué he de ser yo el único que se halle privado de sus delicias? ¿Por