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pasos y acciones de su alumno, y no tardó en conocer que su propension natural á la terneza se habia ya desarrollado, y solo necesitaba un objeto para acabar de manifestarse. Veíasele con frecuencia discurriendo sin direccion por los jardines embebecido en una especie de enagenamiento, cuya causa ignoraba él mismo: algunas veces parecia hallarse sumergido en una ilusion deliciosa; otras tomaba un laud, y pulsándole con blandura, le hacia producir los sonidos mas tiernos, tras lo cual solia arrojarle con despecho lejos de sí, suspirando y prorumpiendo en esclamaciones apasionadas.

Esta disposicion al amor la manifestaba hasta con los objetos inanimados: tenia algunas flores favoritas, á las que prodigaba las atenciones