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traron abierta la ventana que miraba al paso de Lope. «Por este lado, dijo el astrólogo, viene el peligro; acércate, ó rey, y contempla las maravillas de la mesa.»

Llegóse Aben-Habuz al tablero en donde estaban colocadas las figuritas de madera, y advirtió con gran sorpresa que todas estaban en movimiento. Los caballos caracoleaban y batian el suelo con los pies, los guerreros blandian las lanzas, y oíase como en miniatura el sonido de las trompetas y atambores, el crugido de las armas y el relincho de los corceles; mas todo esto no producia sino un ruido muy débil, semejante al zumbido de una abeja.

«Ves aquí, ó gran rey, dijo el astrólogo, la prueba de que tus enemigos están en campaña y deben