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¿Se vió nunca un conquistador retirado y pacífico mas atormentado que el pobre Aben-Habuz? Hallábase en tan triste situacion, abrumábanle las tribulaciones que por todas partes le rodeaban, cuando se presentó en su córte un médico árabe. Bajábale hasta la cintura una barba blanca y poblada, y todo su aspecto anunciaba una estrema vejez; mas no por esto habia dejado de hacer el viage á Egipto, á pie y sin mas ayuda que el apoyo de un baston en el que estaban grabados algunos geroglíficos. Habíale precedido su celebridad: llamábase Ibrahim Eben Abou Agib, creíasele nacido en tiempo de Mahoma, y se decia que su padre Abou Agib habia sido el último compañero de este profeta. El Eben Abou Agib de que ahora ha-