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AMAPOLA.


E

rase que se era una aldeanita como un pino de oro. Su madre se miraba en ella, y su abuela la llevaba en palmas, y le traia las pajarillas volando.

Donosa estaba la niña con su monterita roja, regalo de la abuela, y sin duda por el color de la montera, todas las gentes del pueblo la llamaban Amapola.

Un dia que su madre hizo tortas, le dijo:

—Anda, vete á casa tu abuelita á ver cómo se encuentra, pues me han dicho que estaba enferma. Llévale una torta y un tarrito de manteca.