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Historia de una madre

servada á cada una de esas flores y á tu hijo, si hubiese vivido. »

La madre se inclinó sobre el brocal y vió pasar sucesivamente una serie de imágenes de ventura y alegría formándolo risueños cuadros, seguidos de espantosas escenas de pesadumbre, desolación y miseria.

—«Esas cosas, así las unas como las otras son voluntad de Dios,» dijo la Muerte.

—«Pero en lo que me acabas de enseñar, exclaclamó la madre llena de zozobra, no creo haber visto yo el destino de mi hijo.»

—«No te diré yo cuál de ellos es, repuso la Muerte; pero lo repito; entre todo lo que has visto está la suerte que á tu hijo le aguarda en el mundo.»

La madre enloquecida hincó las rodillas exclamando:

—«Por Dios, oye mis ruegos y respóndeme de una vez: įle estaba reservada á mi hijo la parte horrible de ese espectáculo? Dímelo sin rodeos, habla. No quieres contestarme? ¡Oh! en la cruel incertidumbre en que estoy sumida, será mejor que me lo arrebates antes de que corra el riesgo de sufrir tales desgracias. Le quiero más que á mí misma al hijo de mis entrañas; caigan pues sobre mí todas las desdichas. Llévalo en buen hora al reino de los. cielos y olvídense mis lágrimas y mis súplicas, mis palabras y mis sacrificios.

—«No te entiendo bien, dijo la Muerte; vamos á ver, ¿quieres, sí ó no, recobrar á tu hijo, ó prefieres que le conduzca á ese lugar desconocido de que no puedo hablarte?»

La madre entonces juntando las manos, cayó de rodillas y dirigiéndose al Rey de los cielos exclamó:

—«No me escuches, Dios mío, si desde el fondo del corazón reclamó contra su voluntad, que está siempre cifrada en lo mejor, ¡Oh! ¡No me escuches, no me atiendas!»