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BAJO EL SAUCE

I

L

a campiña que rodea la pequeña ciudad de Kjoegé, en Seeland, es muy pobre. Situada á orillas del mar, aunque este elemento ofrece siempre singulares encantos, las playas de Kjoegé. á decir verdad podrían ser más bellas. Alrededor de la población se extiende una llanura monótona, sin el menor accidente, compuesta de campos sin árboles y con un camino que enfila en línea recta el bosque más cercano.

No obstante, basta haber nacido en un país para tenerle apego; por pobre que sea, no es difícil descubrir algo en él que ofrezca un encanto particular, y que más tarde, en los días de ausencia, se echa de menos y se desea ver nuevamente: algo que no puede hacer olvidar la presencia de comarcas más deliciosas.

Ahora digamos en honor de Kjoegé, que al extremo de la población, junto al arroyo que desemboca en el