Página:Cuentos de Andersen (1908).pdf/28

Esta página ha sido corregida
19
La Pulgarcilla

poco tan angustiado. Una aérea mariposa, blanca y azul, que por largo rato venía revoloteando á su, alrededor, acabó por posarse en la hoja de nenúfar, dejándose coger por la Pulgarcilla, quien la ató con su cinturón, sujetando la hoja con el otro cabo, de suerte que cuando la mariposa se puso á volar, la embarcación seguía á remolque más rapidamente que en un principio. La Pulgarcilla brincaba de gozo, contemplando el paisaje tan nuevo para ella y admirando los reflejos del sol rielando sobre la corriente.

Pero á lo mejor se presenta un saltón muy grande, y con sus repugnantes patas agarra á la Pulgarcilla por el talle y se la lleva á un árbol. La hoja de nenúfar continuaba bogando río abajo, guiada por la mariposa. ¡Dios mío, y qué de congojas, pasó la pobre niña al verse colocada entre las altas ramas de un árbol! Pero á decir verdad lo que más le inquietaba era la suerte de la mariposa expuesta á morirse de hambre, si no lograba desasirse.