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III
y sus cuentos

abuelo de éste sufrió una enajenación mental, y su padre, sin medios para seguir los estudios, tuvo que reducirse al trabajo y no pasó de ser un modesto maestro zapatero. En cuanto á su madre, el mismo escritor lo cuenta, cuando era niña pedía limosna.

Sobre la estrechez de su familia, Andersen, que no renegó nunca de la humildad de su origen, nos da detalles íntimos en «El Cuento de mi vida

«El mismo, dice refiriéndose á su padre, tuvo que construirse el banco del taller y el lecho nupcial para éste último echó mano de algunas tablas con que se había formado el túmulo en que estuvo expuesto el féretro del conde de Trampe. Aún recuerdo haber visto clavados en ellas algunos pedacitos de bayeta negra. Pues bien, el día 2 de abril de 1805, en vez del cadáver del noble caballero, sustentaron aquellas tablas un niño lleno de vida y llorando sin cesar. Era yo, Hans Cristián Andersen. »

El primer libro que oyó leer siendo muy niño, fué el de las Mil y una noches, que abrió espacios inmensos á su tierna y precoz imaginación. Ya en su primera edad eran tan vivas y tan profundamente se grababan en su espíritu las impresiones que recibía en la esferal especial en que había nacido, que más tarde, cuando tras no pocos afanes llegó á escribir formalmente, no hizo sino recordarlas para inspirar en ellas sus obras más apreciables.

Si el de las Mil y una noches fué su primer libro, su primer y casi único juguete, durante su infancia, fué un teatrito mecánico, en el cual no desdeñaba representar las producciones que en su tiempo estaban más en boga, y principalmente algún drama de Shakspeare; y era tal la pasión que sintió siempre por el teatro, que él mismo, á la edad de 12 años, poseyendo algunos pocos rudimentos de instrucción