Página:Cuentos cortos por Segundo Huarpe (1922).pdf/87

Esta página ha sido corregida
83
Cuentos cortos

como la torre necesitaba mayor base de sustentación, buscó una de las manos del afortunado tendero.

Pero los espíritus son un demonio, no quieren dejar solos a los muertos: un ruido fortísimo se sintió, ahí, cerca de los enamorados, como si un mueble hubiera estallado. Mariquita miró a Ramírez, como diciéndole:

es tiempo de separarnos, y le vió pálido, con la cara desfigurada.

—Qué tiene Vd.?, le dijo, sorprendida.

Ramírez no respondió; su cabeza cayó sobre el pecho como si fuera de plomo. Mariquita espantada, muda, le apretó una mano fuertemente, como animándole, pero ya el cuerpo de Ramírez había caído inerte sobre ella. La solterona púsose de pie aterrada y el tendero cayó exánime en el pavimento.

Mariquita salió al patio, despertó al encargado de la capilla, le dijo lo que sucedía; él la miró sin comprender; la solterona le empujó, le echó hacia la pieza. El buen hombre no entendía, estaba aún dormido. Mariquita avisó a la servidumbre de la casa. Se mandó por un médico. Concurrió el más próximo. Hizo llevar a Ramírez a un lecho, le auscultó: estaba muerto.

Mariquita desapareció tan pronto dió la voz de alarma. Mandó más tarde por noticias de su prometido. Se le hizo decir que había fallecido. Entonces se echó sobre un sofá... "Qué desgraciada era!... Y sobre todo, el mundo entero sabría cómo se había producido el deceso... que habían estado juntos, que ella había sido testigo de la muerte."

El cuerpo de Ramírez fué llevado a la casa que ocupó en vida. Fué requerido el certificado de defunción. El médico examinó el cadáver y como le viera