Página:Cuentos cortos por Segundo Huarpe (1922).pdf/47

Esta página ha sido corregida
43
Cuentos cortos

resolvió poner en adelante la linajuda señora los reales, medios y cuartillos sobrantes de la despensa del día.

Pero cátate que un buen día, al hacerse noche, desaparece la Carmencita. Se la ha tragado la tierra. Echase todo el mundo en su busca. A la puerta de calle no está; en el corral tampoco. Qué será de ella?...

—No estará en la "pieza del Señor", dijo alguien.

Pues todo el mundo a la "pieza del Señor". La primera en entrar fué la Rita. La vela que alumbraba al Señor estaba apagada, de la pavesa enrojecida salía un hilo negro. La Carmencita estaba en el suelo, como presa de un insulto.

Echáronse todos sobre ella. La mecieron, la estrujaron. Pero la niña no daba señales de vida. A las cansadas, la Carmencita dió un suspiro, levantó los brazos como sacudiendo una gran pereza y echóse a llorar...

—Qué tienes?, dijéronla a una.

—Ay!, dijo, ay!... una cosa horrible!... Y, poniéndose de pie con rapidez, se expresó de esta guisa: — Vine a sacar de la "piña del señor" un real... como ya lo había hecho otras veces... Y, cuando ya lo tocaba, se apagó la vela y sentí que me apretaban la mano, a la vez que una voz que parecía del Señor me decía:

"Mulata ladrona!... No voy a permitir sigas robando este dinero que Doña Ramona pone bajo mi guarda, no; máxime cuando a mí me va mucho en el despojo, pues cuando disminuyen los menudos que aquí se ponen flaquea también la cera que se me enciende... Ladrona!..ladrona!... Toma!... toma!... Y yo sentía el taloncito del Señor que me traspasaba la mano... que me la agujereaba... No ven que tengo la mano agujereada?... No ven la sangre?..."

—Si no tienes nada, mujer, dijéronla todas.