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Rip Van winkle

copo desde la cresta de la montaña, como vedijas de algodón cardado; hasta que disueltas por el calor del sol caían en lluvia deliciosa provocando el brote de la hierba, la madurez de los frutos y el crecimiento de las mieses a razón de una pulgada por hora. Si, en cambio, se encontraba disgustada, aglomeraba nubes negras como tinta, colocándose en el centro como una araña ventruda en medio de su tela; y cuando aquellas nubes estallaban ¡qué de calamidades sucedíanse en el valle!

Antiguamente, afirmaban las tradiciones indias, existía una especie de Mánitou o espíritu que habitaba las regiones más salvajes de las montañas Káatskill y experimentaba un malvado placer en procurar toda clase de males y vejaciones a los hombres rojos. Algunas veces asumía la forma de oso, gamo o pantera para arrastrar al extraviado cazador a una fatigosa jornada a través de bosques intrincados y ásperas rocas, y desaparecer entonces lanzando un fuerte ¡ho! ¡ho! dejando al despavorido cazador al borde de un escarpado abismo o de un torrente devastador.

Aun se muestra la residencia favorita de este Mánitou. Es una roca o risco enorme en la parte más agreste de la montaña y se conoce con el nombre de Garden Rock (Roca florida) a causa de las frescas vides que trepan abrazándola, y de las flores silvestres que abundan a su alrededor. A sus pies yace un pequeño lago, asilo del solitario alcaraván y poblado de serpientes acuáticas que toman el sol en las hojas de los nenúfares que duer-