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Cuentos Clásicos del Norte

las historias interesantes, preguntando sin darse cuenta:

—Decidme ¿qué ha sido de Tejas? Después que Méjico proclamó su independencia, creía yo que Tejas le seguiría muy pronto. Es verdaderamente una de las regiones más hermosas de la tierra; es la Italia de este continente. Pero no he sabido una palabra de Tejas durante casi veinte años.—

Había en la mesa dos oficiales de Tejas. La razón por la cual ignoraba Nolan todo lo que se relacionaba cqu esa zona era que se habían cortado lastimosamente de sus periódicos todas las noticias desde que Austin inició la colonización; de manera que aun cuando leía de Honduras y de Tamaulipas, y hasta últimamente de California, aquella virgen provincia que tanto había recorrido, y donde ha- bía muerto su hermano según creo, no existía ya para Nolan. Waters y Williams, los dos téjanos, miráronse ferozmente tratando de no reír; Édward Morris parecía absorto en la contemplación del tercer eslabón de la cadena de la lámpara del capitán. Watrous tuvo una convulsión de estornudos. Nolan comprendió que algo había en el aire, no sabía qué. Y yo, como dueño de la fiesta, me vi obligado a decir:

—Tejas está fuera del mapa, Mr, Nolan. ¿Habéis visto la curiosa relación de la bienvenida a Sir Thomas Roe, por el capitán Back?—

Después de este viaje no volví a ver a Nolan. Escribíale por lo menos dos veces al año porque en aquella travesía intimamos muchísimo; pero