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El Hombre sin Patria

referencia a ella, fué lo que nos hizo después tan buenos amigos. Él se manifestaba siempre muy bondadoso para conmigo. Sentábase a menudo a mi lado, y aun se levantaba muchas veces por la noche para pasear conmigo en el puente cuando me tocaba la guardia. Me enseñó muchísimo de matemáticas, y a el debo mi afición por esta ciencia. Prestábame libros y me ayudaba a comprenderlos. Jamás aludió otra vez directamente a su historia; pero durante treinta años supe por diversos oficiales todo lo que voy refiriendo. Cuando terminada nuestra travesía, nos separamos en el puerto de Santo Tomás, estaba yo más triste de lo que podria expresar. Tuve el placer de encontrarle otra vez en 1830; y más tarde, cuando creí tener alguna influencia en Wáshington, removí cielo y tierra para obtener su gracia. Pero, fuera de su prisión, se había convertido en una especie de fantasma. Pretendían que no existía tal individuo, que jamás había existido. ¡Probablemente dirán lo mismo ahora en el departamento de marina! Quizá si lo ignoran en realidad. ¡No sería el primer asunto del servicio que parece ignorar el departamento del ramo!

Se cuenta que Nolan encontró una vez a Burr en uno de nuestros buques, cuando una partida de norteamericanos vino a bordo en el Mediterráneo. Pero creo que esto es falso; o más bien una fábula ben trovata acerca del tremebundo golpe que asestó a Burr preguntándole si le agradaba mucho encontrarse "sin patria." A juzgar por la vida de Burr, nada de esto puede haber sucedido, por su-