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El Entierro de Róger Malvin

hubiera podido salvarme, la habrías derramado hasta la última gota; y dile también que serás para ella algo más querido que un padre, y que os bendigo a ambos y que mis ojos moribundos pueden vislumbrar una vía larga y placentera que recorreréis juntos.—

Mientras hablaba, habíase erguido Malvin, y la energía de sus últimas palabras pareció llenar la selva solitaria con una visión de felicidad; mas, al caer exhausto de nuevo sobre su lecho de hojas de roble, se apagó la luz que por un momento había brillado en los ojos de Rubén. Sintióse loco y culpable de pensar en la dicha en momentos semejantes. Su compañero espiaba su movible fisonomía, tratando de arrastrarle con arte generoso a procurar su propio interés.

—Quizá me equivoco respecto al tiempo que me resta de vida, —prosiguió. —Es posible que con pronta asistencia llegara a recobrarme de mis heridas. Los primeros fugitivos deben haber llevado ya a la frontera las nuevas de nuestro desastroso encuentro, y probablemente recorren el campo partidas para recoger a los que se hallan en condiciones semejantes a las nuestras. Si tropezaras con una de estas partidas y la guiaras a este sitio, ¿quién puede asegurar que no me vería otra vez sentado al fuego de mi hogar?—

Una dolorosa sonrisa vagó por las facciones del moribundo al insinuar esta infundada esperanza que, sin embargo, produjo efecto en Rubén. Ningún motivo puramente egoísta, ni siquiera la situación desolada de Dorcas le habría inducido