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Cuentos Clásicos del Norte

Así, había resuelto fabricar un espantajo que pareciera vivo por todos sus lados y terminarlo inmediatamente de pies a cabeza, de manera que comenzara aquella misma mañana sus deberes de centinela. Ahora bien; Mamá Rigby era, como todos sabemos, una de las brujas más hábiles y poderosas de la Nueva Inglaterra y podía hacer, en consecuencia, con muy pequeño esfuerzo, un espantajo suficientemente horrible para aterrorizar al mismísimo ministro de la iglesia protestante. Pero, habiendo despertado aquella mañana con disposición de espíritu extraordinariamente placentera, suavizada todavía más por su pipa de tabaco, resolvió producir algo fino, hermoso y espléndido, de preferencia a lo horrible y espantoso.

"No quiero colocar un duende grosero en mi propio campo de maíz y casi a mis puertas," díjose a sí misma, lanzando una bocanada de humo; "podría hacerlo si quisiera, pero estoy cansada de cosas maravillosas y esta vez me quedaré dentro de los límites de la vida ordinaria, en obsequio a la variación. Además, no hay necesidad de espantar a los chiquillos a una milla a la redonda, aunque yo sea, como ellos dicen, bruja de verdad."

Quedó sentado, de consiguiente, en la mente de Mamá Rigby, que el espantajo representaría un caballero elegante de la época, hasta donde lo permitieran los materiales de que podía disponer. Quizá será oportuno enumerar los principales artículos que entraron en la composición de la figura.

El más importante de todos indudablemente,