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Cuentos Clásicos del Norte

tranquilo. La partida se diseminó distribuyéndose por las diversas habitaciones. Al llegar a un vasto aposento en el fondo del cuarto piso, cuya puerta, cerrada por dentro con llave, también hubo de forzarse, presentóse un espectáculo que sobrecogió de espanto y estupor a todos los circunstantes.

El departamento aparecía en el más espantoso desorden, con los muebles destrozados y desparpajados en todas direcciones. Había un solo lecho, del cual se habían arrancado los colchones y los cobertores, que yacían arrojados en medio de la habitación. Sobre una silla veíase una navaja manchada de sangre. En el hogar había dos o tres gruesos mechones grises de cabello humano, manchados asimismo de sangre, y que parecían haber sido arrancados de raíz. En el suelo se encontraron cuatro napoleones, un pendiente de topacio, tres grandes cucharas de plata, tres más pequeñas de métal d'Alger, y dos saquillos de cuero que contenían cerca de cuatro mil francos en oro. Los cajones de un bureau, que había en una de las esquinas, estaban abiertos y aparentemente habían sido saqueados, aunque quedaban todavía en ellos muchos objetos. Se descubrió una pequeña caja de hierro bajo los cobertores en medio del aposento. Estaba abierta y tenía la llave en la cerradura. No encerraba sino unas cuantas cartas y papeles de poca importancia.

No se encontraba rastro de Mademoiselle L'Espanaye; mas, observándose gran cantídad de hollín en el hogar, hízose una pesquisa en la chimenea y ¡horror! encontróse allí el cuerpo de la hija que había sido atacado cabeza abajo, haciéndose penetrar a viva fuerza por la estrecha abertura hasta una distancia considerable. El cadáver estaba caliente todavía. Examinándolo, se encontraron varías excoriaciones producidas indudablemente por la violencia con que había sido empujado para desembarazarse de él. Veíanse en el rostro profundos arañazos y en la garganta obscuras marcas y hondas huellas de uñas, como si la joven hubiera sido estrangulada.

Después de minuciosa investigación de todos y cada uno de los departamentos de la casa, sin nuevo resultado, la partida se encaminó a un pequeño patio embaldosado, a la