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CUENTOS

adhesión de esa orgullosa y disimulada aristocracia; sabía, entre otras cosas, que el que da de comer bien, obliga, y esa vez no le habían de dar la espalda al día siguiente de la fiesta, después de hartarse con sus potajes y sus vinos añejos, los vinos queridos de su bodega.

―"El vientre, oh! el vientre es un órgano muy sensible, se decía interiormente, (porque don Baltasar era de esos que lo piensan y no saben expresarlo) y lo que es en política ha realizado hazañas memorables". Y lo mejor era que don Baltasar no se equivocaba. Allá á sus solas frotábase las manos de contento y sonreía con sorna mefistofélica ante la visión del resultado de su estratajema.

Luego venía una tarea algo seria; había que redactar las invitaciones, y como don Baltasar no tenía la costumbre de escribir, y la costumbre, ustedes saben, es el todo en ciertos oficios, llamó á su mujer y á su secretario para que escribiesen. Él les dictaría, eso sí, á dictar nadie le ganaba, y así man-