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CUENTOS

el día en el cual concibió esa idea, previa y amplia y minuciosamente consultada con su joven y anacrónica esposa, no había servidumbre que diese abasto, ni artesanos suficientes para los arreglos de casa. No había más sino que el rico don Baltasar estaba decidido á derrochar una buena parte de sus crecidos ahorros en el baile del próximo carnaval. Y bien necesitaba, allá para sus adentros, hacer ver que no era un advenedizo en aquel medio abierto generosamente para él á pesar de su humilde, obscuro y desconocido origen. Porque él era así. De la noche á la mañana hallóse convertido en hombre importante; manejaba muchos miles y, es sabido, ya eso basta y sobra en sociedades tolerantes como las nuestras para ser persona decente. Y don Baltasar lo era, sí, señor; !vaya que sí lo era! Como que halló una niña de quince, de las familias de copete, para novia, la cual fué corta de vista y no pudo, naturalmente, ver los defectos físicos, ni los morales,