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CUENTOS

formal y seria que no podía substraerse á esa tentadora y contagiosa alegría de los muchachos, y entre el vertigo de aquella danza macabra veíamos al resplandor de las llamas, como en una tela gigantesca, millares de caras sonrientes, plácidas, rebosantes de contento. Al pasar por encima de la villa las nubes nocturnas, esas que andan tegiendo la neblina que ha de ocultarnos el sol del día siguiente, teñíanse de rojo y parecían en su rápida sucesión de unas á otras, cual si viniesen de lejanas regiones caravanas de fantasmas envueltos en mantos de fuego, en viaje de emigración; y allá arriba, muy arriba y lejos, en el fondo del negro firmamento, parece que también algunos habitantes del espacio están encendiendo fuego con luz traida de los astros ocultos:—es la cumbre de la montaña, que en los vastos espejos de su nieve eterna está reproduciendo el cuadro de vida y de movimiento, la escena múltiple de las hogueras de San Juan, y también