Reina de los cielos. Yo recordaba que
en otro tiempo había escuchado ese
canto; pero fué en la edad del amanecer
de todas las pasiones y de todos los
sueños, en la primavera de la vida,
cuando no concebimos aún cómo al corazón y al pensamiento se les ahoga
en nombre de la ley social; pero
ahora estaba solo en la media luz propicia de la iglesia, y perdido como una
sombra en el ámbito silencioso, dispúseme á escuchar la armoniosa oración
y á ahogar mi vida entera en el mar de
los recuerdos... Vuelto hacia el coro,
que se iluminó algo más por una ventana del fondo, apoyé mi cabeza en el
respaldo de un banco y lancé las alas
de mi pensamiento hacia el infinito.
Rumor de pasos lentos, sombras vagas de mujer que entraban de los claustros al coro percibiéronse luego, y después de un breve silencio, surgió una melodía suave y soñadora detrás de la velada reja, recorrió lentamente como un fluido bienhechor por todo el espacio,