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CUENTOS

vento; el aire perfumado, el rumor de los árboles y la vista del horizonte alumbrado por el sol de la primavera, volviéronme á la realidad; apagáronse las luces fantásticas de la mente y desvaneciéronse las visiones sugeridas por el aparato imponente de las ceremonias y de las músicas sagradas; toda la antigüedad bíblica, cristiana y medieval, que ya se había infiltrado en mi sér moral, fué reemplazada por la concepción tranquila y serena de la vida contemporánea; pero siempre el pensamiento revoloteaba dentro del mismo orden de ideas, y para obligarlo á abandonar esa órbita engendradora de vértigos y fascinaciones, abandoné también aquel sitio para buscar emociones heterogéneas, contrarias, antagónicas.

Pero todo fué en vano; era día de la Iglesia y en todas partes sentíase el vacio de la vida mundana; las calles casi desiertas lo decían; todo el mundo está en los templos; hay recogimiento religioso en toda la ciudad. Después